martes, 5 de marzo de 2013

Un poquito de hielo Italiano


Fueron tres días de escapada a las montañas Italianas junto a Mikel, Jean y el Zeta, un paréntesis dentro de las esquiadas durante mi estadía en Chamonix. La nieve estaba más o menos en el lado Francés pero las condiciones para escalar en hielo al otro lado del Mont Blanc estaban de maravilla, los chiquillos estaban motivados con algunos proyectos de escalada y yo tenía todas las ganas de conocer y escalar algunas de las famosas cascadas de hielo de Cogne.



Y como aquí en Europa ni las montañas ni los canales son un obstáculo para las grandes obras de ingeniería y les encanta construir caminos y teleféricos donde pareciera imposible, solo bastó pasar un túnel construido literalmente bajo el Mont Blanc para encontrarse rápidamente con los grandes carteles que decían BENVENUTO! Una hora y media de camino y ya estábamos en un pueblito italiano en el valle de Aosta rodeado de bosques coloridos y montañas nevadas, preparándonos para la primera escalada. Lástima que el lugar sí que es bastante famoso y fue necesario hacer un poco de fila para esperar el turno para escalar.


Nunca he sido una experta en hielo, porque en Chile las posibilidades que tenemos para encontrar cascadas de buena calidad son muy pocas y en general los acercamientos son tan laaaargos que uno rara vez va a escalar en hielo. Pero tanta era mi motivación de estar en un lugar con tantas cascadas bonitas y todas tan cerca, que se me olvidó un poco que el hielo no es como la roca y pase un poco de susto por exceso de confianza. Claro que para mi orgullo pude controlarlo y tuve la oportunidad de abrir algunas rutas de las más simples!


Fueron dos preciosos días de escalada y un horrible día de dolor de guata en el que en contra de mi voluntad tuve que quedarme en cama sin poder ni escalar ni saborear la esquisita comida italiana. Pero mi voluntad venció finalmente (No podía enfermarme de la guata en un lugar asi!) y me permitió recobrar mis fuerzas el último día para unas escaladas verdaderamente memorables junto a mi amigo Zeta. Dos cascadas hermosas de dos largos. Nunca en mi vida había escalado cascadas tan bonitas y con hielo tan bueno.

El Zeta ultra motivado se mando unas escaladas buenísimas. Mientras yo le daba todos los ánimos desde abajo, él, controladito, se lo encadenó todo y me permitió escalar unos largos que no podría haber subido nunca si no hubiera sido de segunda… realmente hermosos!!! Un canalonsito angosto de hielo y roca…. y un cigarro colgante de hielo transparente a 60 metros del suelo!





Precioso… Tan lindo que se te olvida completamente el frío en las manos y los brazos empopeyados y llegas arriba con una sonrisa en la cara, feliz, a darle un abraso a tu compañero que también está feliz, porque lo que acabamos de escalar es simplemente… MUY LINDO!





jueves, 14 de febrero de 2013

Pasando por Chamonix



Podría escribir horas y horas lo que fue Chamonix para mi, describir cada paisaje increíble en el que estuve y cada momento compartido con todos los amigos que allí encontré, cada sensación que paso por mi cuerpo al estar en este lugar lleno de historia, de cumbres y hombres y mujeres famosas. Pero los terminaría aburriendo y creo que se perdería lo esencial.



Mi llegada ya fue bastante peculiar. El tren partió una mañana que me despedía de una Austria oscura de frio y niebla. Pero de forma casi mágica las nubes se fueron abriendo poco a poco a medida que avanzaba el día y yo me acercaba a mi destino soñado. Como si Francia me estuviera esperando con los brazos abiertos. Como no ponerme feliz! Chamonix me recibía con uno de esos atardeceres maravillosos en los que los rallos transversales de luz amarillo anaranjada iluminan los arboles y los cerros contrastándolos con el gris oscuro de las nubes después de la tormenta. Con esa claridad en el aire que sigue a los días de lluvia resaltando todos los colores de la naturaleza. No podía dejar de mirar a través de las ventanas del tren cambiándome de asiento de lado a lado para no perderme de nada.

Y al parecer el viaje en tren mágicamente sí fue un buen augurio de lo que estaba por venir.

Chamonix me lleno de encanto, pero no el pueblo propiamente tal, en el que casi no estuve y que al parecer ha perdido un poco de su originalidad con los años y el turismo. Hoy la mayoría de las personas que viven en Chamonix no nacieron ahí, es un pueblo de turistas y guias por temporada, una isla sin patria inserta en los Alpes franceses. Al caminar por las calles se pueden escuchar 10 idiomas distintos en tan solo una cuadra.


Lo que a mí me impresionó fueron sus alrededores. Pueblitos chiquititos con vista al Mont Blanc y las Agujas de granito a los que felizmente me vendría a vivir unos años cuando tenga a mi propia familia. Y las montañas!! Tan parecidas a mis queridos Andes! Altas y macizas, como si se fundieran al mismo tiempo las alturas de los Andes Centrales con las impresionantes paredes de granito de Patagonia, todo junto en un mismo lugar, con lenguas de glaciares colgando por todas partes y que llegan casi hasta los bosques de pinos verdes al final de los valles.


Caminando y esquiando estuve por todos estos lugares! Entre glaciares y grietas, nieves y agujas de roca firme, nada muy técnico ni muy difícil, cosas que cualquier persona podría hacer y disfrutar si tiene algún día la misma suerte que yo tuve de poder estar en este lugar!







Y qué suerte tuve en realidad! Venía con muchos contactos, amigos de amigos chilenos y chilenos viviendo alli, además de otros amigos que por coincidencia encontraría y de todo el resto que estaba por conocer. Me encontré rodeada de gente muy buena, gente que ama el deporte y las montañas y la naturaleza igual que yo.

Como buenos europeos que saben tratarse bien, cada día de deporte estaba acompañado de un buen plato de comida gourmet para compartir con los amigos y celebrar. A los randoneé con los cerros iluminados tanto por el sol o por la luna, siempre les seguía un buen plato de conejo, pato o cordero a la francesa o un fondue de queso junto a una copita de vino. Días de ski entre glaciares azules y pendientes empinadas y escaladas en hielo o drytooling  también terminaban en alguna buena celebración con buenas cervezas y quesos franceses. Todo aliñado siempre con anécdotas de escaladas, expediciones e historias de aquellos famosos montañistas que alguna vez estuvieron subiendo por primera vez todos los cerros que habíamos visto durante el día.




Junto Mikel, un nuevo amigo español que vive con su familia en un pueblito cercano a Chamonix, nos mandamos una buena. Después de algunos días de mal tiempo que dejaron todos los cerros cubiertos de varios centímetros de nieve polvo recién caída, nos fuimos a randonear a uno de los valles cercanos. Para mi sorpresa no iríamos solos, y nos acompañarían nada más y nada menos que el presidente y el vicepresidente del CAF, el Club Alpino Francés. Nos ganamos un buen canalón de rica pendiente y una esquiada de más de 1500m de desnivel por nieve… como decirlo! Solo imagínenselo.




El presidente era un señor de edad ex guía de montaña, con años de experiencia y que no se quedaba nada atrás subiendo por el cerro mucho más rápido que yo, y luego bajando fuerte y seguro con ese estilo old school que me recordó los años en que aprendí a esquiar. Me hizo sentir ese orgullo de ver a una persona mayor haciendo lo que la mayoría de la gente cree que alguien luego de una cierta edad ya no puede hacer. Yo, cuando tenga su edad  voy a seguir caminando y esquiando por los cerros igual que él!





Al parecer les caí bien a los dos señores franceses. La comunicación era difícil, pero logré hacerme entender con mi arcaico francés acompañado de risas nerviosas y gracias a las traducciones de Mikel. Me dijeron que esquiaba muy bien preguntándose con interés donde había yo aprendido a esquiar así si no era europea… Para mí fue un honor pero debo decir que los créditos van para mis papas que me enseñaron con tanta paciencia cuando era chica y me apoyaron siempre con este deporte, incluso ahora.

Qué lugar! No quería irme!  Varios momentos no los olvidare nunca en mi vida!



Como  el Valle Blanche. Una telesilla que te deja en 20 minutos, 2000 metros más arriba del lugar donde partiste, sobre una cueva cavada en una aguja de granito de la cual sales para ver un espectáculo impresionante. Tienes ante ti todos los cerros inmensos vistos desde casi 4000msnm, con la cumbre del Mont Blanc que se ve bien cerquita y rodeada de glaciares y paredes de granito llenas de fisuras, una vista alucinante de los Alpes! Y lo mejor de todo es la bajada que te espera, porque bajas esquiando por ahí mismo, entre las grietas, al lado de las paredes, con todos esos cerros mirándote desde arriba. Estaba tan impresionada que ni me interesó la esquiada, paraba cada 5 minutos solo a contemplar lo que había al frente de mi ojos, solo a mirar el lugar maravilloso por el que estaba esquiando.






Y no hay nada más lindo que caminar por los cerros a la luz de la luna! Una noche que nos regaló una luna grande y blanca, que iluminaba todo con esa luz plateada que encanta y que hace que las cosas se vean como si fueran parte de un sueño. Con esa preciosa luz tuve la suerte de ver la espectacular silueta del Mont Blanc y sus agujas sobre un cielo oscuro cubierto de estrellas, mientras compartía un fondue en una cabañita metida entre los cerros junto a mis amigos y un grupo de alegres francés cantando al ritmo de las armónicas.

Momentos como esos no se olvidan tan fácilmente, como tampoco creo que se me olvidaran estas dos preciosas semanas en Chamonix!


martes, 29 de enero de 2013

Montañas de Austria y Alemania




La primera cita con los Alpes Europeos fue en Austria, en una ciudad cuyo nombre significa “Puente del rio Inn” o Innsbruck, ubicada a ambos costados del famoso Rio y no extrañamente atravesada por bastantes puentes.

Mi primera impresión fue una mezcla entre maravilla y desconcierto. Era todo tan distinto a lo que yo estaba acostumbrada! Y con eso me refiero a todos sus aspectos. La ciudad se encuentra en un valle rodeado de montañas que se alzan como empinadas paredes blancas y en casi todas ellas existe un centro de ski! Aquí la vida gira en torno al deporte, es una ciudad en la que la mayoría escala, todos hacen esquí alpino o esquí nórdico y absolutamente todos están acostumbrados a salir al cerro. Existen refugios en todas partes, a todas las distancias, con senderos adaptados a todo tipo de persona y que ofrecen todo tipo de comida, servicios de bar para los que gustan disfrutar un traguito después de una caminata y alojamiento durante casi todo el año.





Aquí todos salen al cerro. Pero el cerro es también un lugar que han logrado hacer muy cómodo y se ha perdido un poco la sensación de aventura. Es complejo, por un lado me alegra la idea de saber que aquí la gente de todas las edades se da el tiempo de salir a disfrutar sus paisajes, hacer deporte y estar en contacto con la naturaleza. Cosa que pocos se dan realmente en Chile donde la montaña es por si mas desafiante y mucho menos cómoda. Si quieres tomarte un vinito en la cumbre del pintor, pues tienes que cargarlo y si te quedas a dormir, la única opción es la carpa. Mucha gente entonces, sobretodo gente mayor, deja de salir al cerro porque esto implica un esfuerzo muy grande.




Pero por otro lado el cerro aquí ya no es un lugar para estar solo y meditar, para salirse de la rutina de la vida cotidiana, ya no existen lugares donde “nunca nadie ha estado antes”. Aquí no es un desafío salir al cerro. Traje mi carpa, porque en chile no puedes ir al cerro sin carpa a no ser que quieras hacer un vivac, y no la he usado nunca! Aquí nadie usa carpas! Las carpas las compran aquellos que se van a subir cerros a América o al Himalaya en busca de la verdadera aventura que ya no encuentran aquí tan a menudo.

Austria y Alemania, la provincia de Tirol fue la que conocí. Buenas randoneadas, montañas hermosas como siempre son las montañas, buen ski y algunas lindas escaladas en cascadas de hielo. La gente aquí es un poco reservada y cuesta llegar a conocerla, me hicieron falta los abrazos de los amigos en Chile. Pero encontré abrazos aquí también.

La Tere que me dio alojamiento y me mostró su país su familia y amigos. Muy generosa!

Sissi y Phillip, una parejita de escaladores que vivían con la Tere y que me aceptaron en su casa cuando ella se fue. Escalamos en hielo y también compartimos algo de escalada indoor los días de mal tiempo. Ella estudia física y ama lo que hace, una niña con una sonrisa gigante y siempre feliz y motivada. Phillip un paramédico rescatista que estudia filosofía y política y que además es un gran escalador en su tiempo libre, una mezcla muy peculiar que lo hace ser un personaje muy divertido. Personas muy lindas, sencillas y conectadas con la naturaleza.






Mi amigo Dani, un austriaco que estuvo en Chile los pasados 6 meses. Compartí con él y su amiga Mónica un día muy bueno de ski, de esos días maravillosos en los que las montañas se funden con las nubes que pasan, días mágicos de luz y sombra que te dejan feliz solo al contemplarlos y el ski pasa a ser algo secundario. Pero que de secundario no tenía nada porque la nieve estaba increíble dándole un toque aun más dulce al panorama! Y para terminar un día maravilloso nada menos que una comida increíble los tres en casa de Moni donde me dieron a probar lo que parecía ser la especialidad de  Austria el  “Knuddl” (o al menos así es como se pronuncia! Y no sé porque se me ocurre que es la palabra que ocupan para “pelota”). Pelotas de pan en sopa de entrada, luego pelotas aplastadas de pan molido con queso y ensalada, y de postre nada menos que pelotas, pero no de pan sino de un extraño queso con frutillas. Muy rico! Y nada mejor que acompañarlos con la compañía de dos lindas personas!





Lindas experiencias y maravillosos lugares. Eso fue Austria y Alemania pero mi viaje debe continuar, y mi próximo destino es el famoso y soñado Chamonix!